Acerca de la insurrección en Turquía

Por Alain Badiou


Fuente: Critical Legal Thinking
Traducción: Martín López


Una gran proporción de la juventud educada está liderando un vasto movimiento por toda Turquía contra las practicas represivas y reaccionarias del gobierno. Este es un momento muy importante que yo he llamado "el despertar de la Historia". En muchos países alrededor del mundo, estudiantes secundarios y jóvenes de las universidades, apoyados por algunos intelectuales y por la clase media, están dando vida a esa famosa frase de Mao: "Es justo rebelarse". Están ocupando plazas y calles, lugares simbólicos; están marchando, haciendo un llamado a la libertad, a la "verdadera democracia", y a una nueva vida. Están demandando al gobierno que cambie sus políticas conservadoras, o que renuncie. Resisten los violentos ataques de la policía estatal.

Estas son las características de lo que he llamado una revuelta inmediata: una de las fuerzas potenciales de la acción política popular revolucionaria - en este caso, la juventud educada y parte de la pequeña burguesía asalariada- se levanta, en su propio nombre, en contra del Estado reaccionario. Yo digo con entusiasmo: ¡Es justo hacerlo! Pero esto nos lleva al problema de la duración y el alcance del levantamiento. Es justo emprender la acción, pero, ¿cual es el verdadero motivo en términos de pensamiento, y a futuro?

Toda la cuestión es si esta valiente insurrección es capaz o no de abrir el camino de una genuina revuelta histórica. Una revuelta es histórica -como en el caso de Egipto y Túnez, cuando el resultado de la lucha aún no a sido determinado- cuando une, bajo consignas comunes, no uno sino varios actores potenciales de una nueva política revolucionaria: por ejemplo, además de la juventud educada y la clase media, amplios sectores de la juventud de la clase trabajadora, mujeres, trabajadores precarizados, y demás. Esta superación de la revuelta inmediata hacia un movimiento masivo de protesta crea la posibilidad de un nuevo tipo de política organizada, que perdura en el tiempo y combina la fuerza de la gente con la puesta en común de ideas políticas, y de esa manera se vuelve capaz de cambiar completamente la situación del país en cuestión.

Sé que muchos amigos turcos son plenamente conscientes de este problema. Ellos saben tres cosas en particular: que no debe haber ningún error en relación a las contradicciones; que el movimiento no debe perseguir el camino de un "deseo de Occidente"; y que por sobre todas las cosas es necesario unirse con las masas populares en la invención, junto con otras personas además de ellos mismos -trabajadores, mujeres del pueblo, agricultores, desempleados, extranjeros, etc- de formas de organización política hasta hoy desconocidas.

Por ejemplo, el principal antagonismo en Turquía hoy, ¿es entre la religión musulmana conservadora y la libertad de pensamiento? Sabemos que es peligroso pensarlo así, y sin embargo es la idea más difundida entre los países de la Europa capitalista. Por supuesto, el actual gobierno turco reclama abiertamente lealtad a la religión dominante, que es la religión musulmana. Pero en última instancia ese es un problema menor: aún hoy Alemania es gobernada por la democracia cristiana, el presidente de los Estados Unidos toma posesión de su cargo con una mano sobre la Biblia, el presidente Putin, en Rusia, halaga constantemente a los clérigos ortodoxos, y el gobierno israelí explota constantemente a la religión judía. Los reaccionarios han usado siempre y en todos lados a la religión para movilizar parte de las masas populares a favor de sus gobiernos; no hay nada particularmente "musulmán" en relación a esto. Y no debe de ninguna manera llevarnos a ver en la oposición entre religión y pensamiento libre el antagonismo principal en la situación actual de Turquía. 

Lo que debe quedar claro es que la explotación de la religión sirve precisamente para ocultar las verdaderas cuestiones políticas, para eclipsar el conflicto básico entre la emancipación de las masas populares y el desarrollo del capitalismo oligárquico en Turquía. La experiencia nos muestra que la religión, en tanto creencia personal y privada, no es de ninguna manera incompatible con el compromiso a una política de emancipación. Es sin duda en esta dirección tolerante, que sólo requiere que no se confunda la religión con el poder del Estado y que la gente distinga por sí misma entre creencias religiosas y convicciones políticas, que el levantamiento en curso debe moverse para adquirir el estatuto de un levantamiento histórico e inventar un nuevo camino político.

De la misma manera, nuestros amigos son perfectamente conscientes de que lo que se está creando en Turquía no puede ser el deseo de lo que ya existe en los países ricos y poderosos como Estados Unidos, Alemania y Francia. La palabra "democracia" es en este sentido ambigua. ¿La gente quiere inventar una nueva organización de la sociedad en dirección a la igualdad genuina? ¿Quiere derrocar a la oligarquía capitalista de la cual el gobierno "religioso" es el sirviente, pero también de la cual las facciones antirreligiosas, tanto en Turquía como en Francia, han sido y pueden volver a ser no menos eficientes sirvientes? ¿O sólo quieren vivir como las clases medias de los países occidentales más desarrollados? La acción que llevan a cabo, ¿está guiada por una Idea de igualdad y emancipación popular? ¿O por un deseo de crear una clase media sólidamente establecida que sea el pilar de una "democracia" al estilo occidental? ¿Quieren una democracia en su más genuino sentido político, es decir, el poder real de la gente imponiendo sus reglas sobre los ricos y los terratenientes, o una "democracia" en el sentido occidental: consenso en torno al capitalismo más despiadado, a condición de que la clase media pueda beneficiarse de él y hablar a su antojo, ya que el mecanismo esencial de los negocios, el imperialismo, y la destrucción del mundo no se verá alterado? Esta elección va a determinar si la insurrección actual es sólo la modernización del capitalismo turco y su integración al mercado mundial, o si en cambio está verdaderamente orientada hacia una política creativa de emancipación que dé un nuevo ímpetu a la historia universal del Comunismo.

Y el criterio último de todo esto es en realidad muy simple: los jóvenes educados deben acercarse a los demás actores potenciales de una revuelta histórica. Deben contagiar el entusiasmo por su movimiento más allá de su propia existencia social. Deben crear los medios para vivir con las amplias masas populares, de compartir con ellos los pensamientos y prácticas innovadoras de una nueva política. Deben abandonar la tentación de adoptar, en su propio beneficio, la concepción "occidental" de la democracia, es decir: el deseo simple y autosuficiente de una clase media de existir en Turquía como un cliente electoral y falsamente democrático de un poder oligárquico integrado al mercado mundial del capital y las mercancías. A esto se le llama ligazón con las masas. Sin ella, la admirable revuelta en curso terminará en una forma más sutil y peligrosa de sumisión: la clase sumisión a la que estamos acostumbrados en los viejos países occidentales.

Nosotros los intelectuales y militantes de Francia y otros países ricos del Occidente imperialista imploramos a nuestros amigos turcos que eviten crear una situación como la nuestra en su país. A ustedes, queridos amigos turcos, les decimos: el mayor favor que podrían hacernos es demostrar que su levantamiento los lleva a un lugar distinto que el nuestro, que está creando una situación que haga imposible la corrupción material e intelectual en la que nuestros viejos y enfermos países languidecen hoy.

Por fortuna, sé que en la Turquía de hoy, entre nuestros amigos turcos, existen los medios de evitar el erróneo deseo de ser como nosotros. Este gran país, con su larga y tormentosa historia, puede y debe sorprendernos. Es el lugar ideal para que se produzca una gran innovación histórica y política. 

¡Larga vida a los levantamientos de la juventud turca y sus aliados! ¡Larga vida a la creación de una nueva fuente de futuras políticas!

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