El alcance universal de los levantamientos populares - Alain Badiou
Traducción del inglés:
Artículo original en francés:
Cuando un viento del Este arrastra a la arrogancia del Oeste
¿Hasta cuándo el ocioso y crepuscular Oeste, la "comunidad internacional" de aquellos que todavía creen ser los gobernantes del mundo van a seguir dando lecciones de buena gestión y buen comportamiento al resto del mundo? ¿No es gracioso ver a algunos intelectuales bien pagos y bien alimentados, soldados en retirada del capital-parlamentarismo que ya es como un paraíso apolillado, ofreciendo sus servicios a los maravillosos pueblos de Túnez y Egipto con el fin de enseñarles el ABC de la "democracia"? ¡Qué patética persistencia de la arrogancia colonial! Dada la situación de miseria política en la que hemos vivido en las últimas tres décadas, ¿no es evidente suponer que somos nosotros los que tenemos todo para aprender de los levantamientos populares recientes? ¿Acaso no tenemos la urgencia de mirar más de cerca a todo lo que por allá hizo posible -mediante acción colectiva-, el derrocamiento de gobiernos corruptos y oligárquicos quienes - o tal vez especialmente- mantuvieron una humillante postura servil al mundo Occidental? Sí, nosotros deberíamos ser los estudiantes de esos movimientos, y no sus estúpidos profesores. Porque ellos dan vida, con el genio de sus propias invenciones, a esos mismos principios políticos que por cierto tiempo los poderes ahora dominantes trataron de convencernos de su obsolescencia. En particular, el principio que Marat nunca dejó de recordar: cuando se trata de libertad, igualdad, emancipación, todos tenemos que unirnos a los levantamientos populares.
Tenemos razón al rebelarnos
Así como en política, nuestros Estados y aquellos que se benefician de ellos (partidos políticos, sindicatos e intelectuales complacientes) prefieren la gestión antes que la rebelión, prefieren demandas pacíficas y "transición ordenada" antes que la violación de la ley. Los pueblos de Egipto y Túnez nos recuerdan que la única acción apropiada ante el sentimiento de escandalosa ocupación por parte del poder del Estado es la sublevación de masas. En este caso, el único grito de guerra capaz de vincular entre sí las dispares aspiraciones de aquellos que forman una multitud es: "¡ustedes, ahí, váyanse!" La importancia excepcional de la revuelta, a saber, su poder crítico, yace en el hecho de que su grito de guerra, repetido por millones, nos da la medida de lo que será, sin dudas, irreversiblemente, su primera victoria: que el hombre designado se vaya. Y sea lo que sea lo que pase después, este triunfo de la acción popular, ilegal por naturaleza, será victorioso por siempre. Ahora, que una revuelta contra el poder del Estado pueda ser absolutamente exitosa es un ejemplo de alcance universal. Esta victoria apunta al horizonte por sobre el cual cualquier acción colectiva no comprendida por la autoridad de la ley se perfila a sí misma: lo que Marx llamó "el deterioro del Estado". El hecho de que algún día la gente, libremente asociada y recurriendo a su poder creativo, será capaz de voltear la acción funesta del Estado. Esa es la razón por la cual esta Idea despierta un entusiasmo sin límites.
Basta una chispa para prender fuego a todo el llano
Todo empezó con el suicidio, la auto-inmolación por fuego de un hombre que había sido degradado a la condición de desempleado, y a quien le había sido prohibido el comercio miserable que le permitía subsistir; y porque una oficial policía lo abofeteó en la cara por no entender lo que en este mundo es real. En unos pocos días este gesto se amplifica y en unas pocas semanas millones de personas gritan su alegría en una plaza distante; y esto supone el comienzo de la catástrofe para los poderosos potentados. ¿Qué hay en el techo de esta fabulosa expansión? ¿Estamos lidiando con una nueva clase de epidemia de libertad? No. Como Jean-Marie Gleize dijo poéticamente: "La diseminación de un movimiento revolucionario no se realiza por contaminación, sino por resonancia. Algo que yace aquí resuena con la onda de choque emitida por algo que ocurrió por allá". Llamemos a esta resonancia, "acontecimiento". El acontecimiento es la creación repentina, no de una nueva realidad, sino de una miríada de posibilidades. Ninguna de ellas es la repetición de lo ya conocido. Esta es la razón por la cual es oscurantista decir "este movimiento reclama democracia" (lo que implica, por supuesto, la que disfrutamos en Occidente), o que "este movimiento persigue mejoras sociales" (lo que implica la prosperidad media de los pequeñoburgueses vernáculos). Empezando casi sin nada, resonando en todos lados, los levantamientos populares crean posibilidades desconocidas para el mundo entero. La palabra "democracia" apenas es pronunciada en Egipto. Se escucha hablar de "un nuevo Egipto", de "el verdadero pueblo Egipcio", de una asamblea constituyente, de cambios radicales en la vida de todos los días, de posibilidades inauditas y previamente desconocidas. Hay un nuevo llano que sucederá al que ya no existe, el que ha sido incendiado por la chispa del levantamiento. Este llano se interpone entre la declaración de una alteración en el equilibrio de fuerzas y la realización de nuevas tareas. Entre el grito de un joven tunecino: "Nosotros, hijos de trabajadores y campesinos, somos más fuertes que los criminales", y lo que dijo un joven equipcio: "desde hoy, 25 de Enero, tomo los asuntos de mi país en mis propias manos".
El pueblo, sólo el pueblo es el creador de la Historia Universal
Es sorprendente que en nuestro Occidente los gobiernos y los medios consideren a los insurgentes de El Cairo "el pueblo egipcio". ¿Cómo es posible? ¿Acaso el pueblo no es para ellos la gente razonable, legal, que usualmente se reduce a la mayoría en una encuesta, o la mayoría en una elección? ¿Cómo es que de repente cientos de rebeldes son representativos de una población de ochenta millones? Es una lección que no debe olvidarse, que que no se olvidará. Después de cierto umbral de determinación, de intransigencia y coraje, la gente, de hecho, puede concentrar su existencia en una plaza, una avenida, algunas fábricas o una universidad... El mundo entero será testigo del coraje, y especialmente, de las maravillosas creaciones que surgen de él. Estas creaciones prueban que hay un Pueblo. Como un rebelde egipcio dijo con firmeza: "antes yo miraba televisión, ahora la televisión me mira a mí".
En el trazo de un acontecimiento, el Pueblo se compone de aquellos que saben cómo resolver los problemas que éste trae. Así, la toma de una plaza, alimentos, turnos para dormir, vigilantes, carteles, oradores, acciones defensivas... por lo cual el lugar en donde todo esto ocurre, el lugar que es el símbolo es mantenido a salvo por las personas, a cualquier precio. Problemas que, al nivel creciente de los cientos de miles de personas movilizadas desde todos lados, parecían insolubles, sobre todo porque en este lugar el Estado ha desaparecido virtualmente. Resolver problemas irresolubles sin la asistencia del Estado se vuelve el destino de un acontecimiento. Y esto es lo que hace que un Pueblo, de repente, y por un tiempo indeterminado, exista donde éste ha decidido formarse.
Sin el movimiento comunista, no hay comunismo.
El levantamiento popular del que hablamos es, obviamente, sin prejuicios, sin una organización hegemónica, sin un líder reconocido. Ya habrá tiempo para evaluar si esta característica es una fortaleza o una debilidad. En cualquier caso, esto es lo que ha hecho, de una forma muy pura, probablemente la más pura desde la Comuna de París, que tenga todas las características de lo que llamamos el comunismo en movimiento. "Comunismo" significa aquí: creación conjunta del destino colectivo. Este "común" tiene dos características especiales. En primer lugar, es genérico, lo que representa, en un lugar, a la humanidad como un todo. Aquí en este lugar es donde encontramos todo tipo de personas de un componen un Pueblo, cada palabra es escuchada, cualquier propuesta es examinada, cualquier dificultad es tratada por lo que es. Entonces, supera todas las contradicciones principales que el Estado afirma que son de su competencia exclusiva, ya que sólo él es capaz de gestionarlas sin nunca superarlas: entre el trabajo intelectual y manual, entre hombres y mujeres, entre ricos y pobres, entre musulmanes y coptos, entre las personas de la provincia y personas en la capital... Miles de nuevas posibilidades que conciernen a estas contradicciones surgen en cualquier momento dado, ante lo cual el Estado -cualquier Estado- permanece completamente ciego. Vemos jóvenes médicas de provincia cuidando heridos, durmiendo en el medio de un círculo de feroces hombres jóvenes, y están más tranquilas que nunca, sabiendo que nadie les tocará un pelo. Vemos a la vez a un grupo de ingenieros rogándole a jóvenes de los suburbios que mantengan el lugar y que protejan el movimiento con su energía de batalla. Vemos a una fila de cristianos de pie, haciendo guardia ante los musulmanes inclinados en oración. Leemos miles de pancartas donde las vidas individuales se mezclan sin hiato en el gran caldero de la Historia. Todas estas situaciones, estas invenciones, constituyen el comunismo en movimiento. Desde hace dos siglos el único problema político ha sido la forma de establecer en forma perdurable los inventos del comunismo en movimiento. Y la única declaración reaccionaria afirma: "Es imposible, e incluso perjudicial. Confiemos en el Estado..." Gloria a los pueblos de Túnez y Egipto porque nos recuerdan la verdadera y única tarea política: enfrenta el estado la fidelidad organizada al comunismo en movimiento.
No queremos la guerra, pero no le tenemos miedo
En todos lados se mencionó la pacífica calma de las gigantescas manifestaciones, y esta calma estaba asociada con el ideal de la democracia parlamentaria que supuestamente iba adjunta al movimiento. Señalemos que aun así algunos insurgentes fueron asesinados, cientos de ellos, y que aún al día de hoy continúan siendo asesinados. En más de un caso, aquellos asesinados fueron luchadores y mártires del acontecimiento, ellos murieron protegiendo al movimiento. Los lugares políticos y simbólicos del levantamiento tuvieron que ser defendidos mediante una lucha feroz en contra de las milicias y las fuerzas policiales de los regímenes amenazados. ¿Y quiénes pagaron con sus vidas sino los jóvenes de las comunidades más pobres? La "clase media" -de quienes nuestra absurda Michèle Alliot-Marie, dijo que de ellos, y sólo de ellos, depende el resultado democrático de los acontecimientos- debería recordar que, en el momento crucial, la persistencia del levantamiento fue garantizada sólo por el compromiso irrestricto de contingentes populares. La violencia defensiva es inevitable. Todavía continúa, en condiciones difíciles, en Túnez luego de que jóvenes activistas de provincia fueran enviados de vuelta a su miseria. ¿Alguien puede pensar seriamente que esas innumerables iniciativas y esos crueles sacrificios tuvieran como su objetivo principal hacer que la gente pueda "elegir" entre Souleiman y El Baradei, así como en Francia sometemos lastimosamente nuestra voluntad a la elección entre Sarkozy y Strauss-Kahn? ¿Es esta la única lección de este majestuoso episodio?
¡No, y mil veces no! Los pueblos de Túnez y Egipto nos están diciendo: levántense, construyan un espacio público para el comunismo en movimiento, protéjanlo por todos los medios mientras inventan el curso secuencial de acción; eso es lo real de las políticas de emancipación popular. Ciertamente, los estados árabes no son los únicos anti-populares, y en el fondo, con o sin elecciones, ilegítimos. Sea lo que sea que pase después, los levantamientos de Túnez y Egipto tienen un significado universal. Prescriben nuevas posibilidades y por lo tanto su valor es internacional.
¿no era que "los piqueteros" atacaban a "la gente"?
ResponderEliminary... lamentablemente en nuestro pequeño ensayo local del 2001 prevaleció la prostitución consensual de las cacerolas
ResponderEliminarpero como te escuché decir por ahí... el 2001 insiste!
ResponderEliminaryo también lo escuché decir por ahí...
ResponderEliminarEn un país donde no hay elecciones democráticas periódicas multipartidarias no manipuladas y sin fraude, donde no hay libertad de expresión, ni de prensa, lo único que queda como representativo de la opinión de los habitantes de un país, es "la calle" (que es bastante dudoso su origen). Esto es lo que sucedió en Egipto, Túnez, y ahora en Libia. Es lo que sucedió en Alemania del Este, en 1989. Es lo que sucedió en el Virreinato del Río de la Plata, entre 1810 y 1916: no había democracia, por lo tanto se vivía bajo un régimen político ilegítimo, y por lo tanto la única manera de cambiarlo era mediante una acción violenta. Cuando los mecanismos de la democracia funcionan correctamente (no sólo tiene que haber elecciones inmaculadas, sino libertad de expresión, de prensa, de asociación, de formar partidos políticos, de reunión, etc) la vía violenta no está justificada. Tampoco aunque no sea violenta, una mera "manifestación popular", cuando está en pleno y normal funcionamiento el régimen formal democrático, no es un método legítimo de legislar y elegir gobernantes. Es un claro elemento de presión, sin lugar a dudas.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que los países de Occidente son realmente hipócritas al juzgar a los países: si se pueden hacer buenos negocios con ellos, importa poco si respetan los DD HH y las instituciones democráticas. Cuando la cosa se desborda, de repente se dan cuenta de que están frente a un régimen anti-democrático.
Es que hay una profunda simbiosis entre las democracias limpias e inmaculadas y los grandes potentados que gobiernan (aún) grandes extensiones de reservas de petróleo.
ResponderEliminarMás de 30 años de experiencia en las democracias inmaculadas de occidente nos enseñan que una buena torta de billetes "representa" más que la opinión, el consenso, y cualquier encuesta o elección. Me remito puntualmente al hecho de que si los negocios marchan bien y la gente no jode... nadie se escandaliza por los "derechos ciudadanos" de los que quedaron afuera del mapa.
ResponderEliminarAhora que de manera espontánea aunque tal vez desorganizada pueblos enteros se levantan en nombre de la justicia y la libertad, los acomodaticios voceros de la "comunidad internacional" hacen su lectura forzada, distorsionada de la insurgencia popular... como si de repente todo se resolviera con elecciones, dos o tres partiditos políticos con distintos colores y adecuadas "gestiones" estatales.
ResponderEliminarEs de un oportunismo pocas veces visto. Las mismas democracias inmaculadas de Occidente provocaron esta situación en el mundo árabe. Los grandes potentados no nacieron de un huevo, alguien los bancó en los últimos 30, 40 años.
ResponderEliminarEl colmo es que son los liberales los que ahora cantan odas al estado, a la regulación, al marco institucional, a las "democracias" y pretenden dar consejos sobre cómo manejar correctamente los asuntos públicos en esos mismos Estados -ilegítimos según sus propias concepciones- que mantuvieron por la fuerza durante décadas.
ResponderEliminarHay dos maneras de equivocarse: Equivocarse en el lugar correcto, o equivocarse en el lugar equivocado. Sin ironías, creo que por más buenas intenciones que se tengan, saludar la insurgencia árabe en nombre de la democracia tal y como la conocemos es errar 2 veces.
ResponderEliminarYo no represento a los estados occidentales que fueron cómplices durantes décadas de dictaduras a lo largo y a lo ancho del mundo. Pero nunca habrá un gobierno legítimo (es decir, uno al cual estoy obligado a obedecer, porque le dí mi consentimiento para que gobernara) si no surge de elecciones democráticas. ¿De qué otra manera es posible saber qué quiere "el pueblo"? ¿Con un "manifestómetro"? Es algo muy simple: se cuentan las voluntades individuales; al candidato que sume más voluntades individuales, gobernará y/o legislará aun para aquellos cuya voluntad no se manifestó en su favor; a nadie le gusta que lo gobierne alguien a quien no votó, pero es lo mejor que se tiene, porque la unanimidad es imposible de lograr (Rousseau, Locke).
ResponderEliminarNadie niega la hipocresía de Occidente en relación a muchos países. Vease el gran aliado del capitalismo Occidental: China, gran violador de los DD HH y sin democracia. A pesar de eso, Occidente vive comerciando con China.
Pero como dije al principio, no es culpa del liberalismo político el hecho de que países hipócritas lo usen como bandera para legitimarse. No son culpa del comunismo los gulags soviéticos ni Pol Pot en Camboya.
Lo del Magreb es interesante. En primer lugar, qué queda de "tomar distancia" del Estado. Nada, no se puede tomar esa distancia porque el Estado te asesina. Tenés que hacer algo, evitarlo. La única forma posible es: organización. En toda contienda el enemigo busca destruir los estados mayores, porque son difíciles de reproducir. Por eso es que la organización debe tener cierta cohesión, cierta disciplina que busque preservarlos. Lo que señala Badiou como que la multitud empieza a resolver problemas que el estado no puede, durante la revuelta, no es otra cosa que un embrión de poder popular. Es una característica de las rebeliones que van a fondo que se genere una situación de doble poder. Hay que oponerse al poder del estado, representado en estos casos por las fuerzas represivas. Hay que construir poder popular, de otro modo se va a la derrota. Tenemos que seguir atentos lo que pasa en el Magreb y aprender.
ResponderEliminarla fórmula "tomar distancia del Estado" parte de otra teoría del Estado, que no es precisamente la teoría liberal del Estado. La toma de distancia no tiene nada que ver con la confrontación especular del anarquismo (hay que destruirlo) ni con el marxismo dogmático (hay que tomarlo primero y luego se destruye solito). Pero tampoco implica ignorar las condiciones, onda Gandhis, bancándonos los palos por ser "fieles" a nuestras ideas. No. Implica justamente interrumpir el curso normal de las cosas, actuar por fuera de los marcos que el Estado brinda para "representar" a todos los agentes. Implica organizarse, salir a la calle, tomar fábricas, universidades, etc... ocupar los espacios que determinamos que son nuestros, defenderlos a muerte, obligar al poder a hacer sólo lo que nosotros decidimos. Tomar distancia implica desbordarlo, hacer que la violencia del poder sea un acto de impotencia. Cuando el poder es impotente, ahí hubo una toma de distancia del Estado.
ResponderEliminarCorrepi es un lindo ejemplo. Si bien en su "manifiesto" dicen tener un carácter "confrontativo y de deslegitimación" frente al Estado, es un muy buen ejemplo de organización -a distancia- del poder.
ResponderEliminarY sí, tenemos todo que aprender de los levantamientos del Magreb. Y no me refiero a las particularidades culturales de las sociedades árabes, ni a los análisis de clase que buscan caracterizar lo ocurrido según las categorías históricas.
ResponderEliminarUna salvedad, Carlitos antes de la Comuna suponía que había que "tomar" el poder del estado burgués y usarlo para otros fines. Luego de la Comuna comprendió que no se podía tomarlo sino que había destruirlo. Es una de las pocas modificaciones que le hace al Manifiesto Comunista. La tesis marxista leninista es que el estado burgués hay que destruirlo y construir un nuevo estado (obrero) que desde su nacimiento "comience" a extinguirse. Pero en un principio ese nuevo estado tiene que ser una maquinaria de opresión sobre la burguesía.
ResponderEliminarEn cuanto al desborde que implica la toma de distancia hay que tener en cuenta que los flujos de rebelión no son constantes. No hay alza de las masas sin solución de continuidad. Al auge o flujo de masas le sigue la desmovilización o reflujo (que pueden ser relativo). Es el momento, generalmente, de la reacción de la contrarrevolución. Para ese momento habrá que haber constituido órganos de poder capaces de resistir la embestida e iniciar un nuevo ciclo de enfrentamiento. Es más o menos lo que muestran las rebeliones a lo largo de la historia. Y es muy útil al respecto la cuestión de la guerra popular y prolongada. No me refiero a la cuestión militar solamente, sino a que hay momentos en que es necesario el ataque más encarnizado. En otros, un repliegue ordenado. En otros predomina la lucha ideológica.
Como decían Gramsci y Trotsky (aunque en diferentes términos), cuánto más poderosa sean las instituciones de la sociedad civil más difícil será la conquista del poder pero más fácil mantenerlo mientras que en sociedades poco desarrolladas la conquista del poder social puede ser más fácil pero más difícil mantenerlo.
Con respecto a Correpi es una organización con un frente de lucha antirrepresivo. Confronta diariamente con el estado pero no está organizada para la conquista del poder ni como partido. Lo que no quiere decir que no crea que sea una tarea necesaria a encarar por todo el campo popular.
Aunque no le guste a Badiou la historia presenta regularidades que repiten su contenido aunque de diferente forma. Y es un tema, también, de gestión. Entre tanto hay que comer, dormir, vestirse. El capitalismo, por su funcionamiento, no puede asegurar una adecuada gestión y le arruina la vida a millones de personas diariamente. Contra ese estado de situación se rebelan. Aunque no lo sepan buscan el camino para apropiarse de aquellos medios que pueden asegurarles la subsistencia y que están en control de la clase dominante. Así que sí, también es una cuestión de gestión.
ResponderEliminarLuk@s
Si la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases, las políticas de emancipación o bien suponen una excepción, una ruptura, o se inscriben en períodos de regularidad en los que el fin de un ciclo es el comienzo del siguente, y así sucesivamente sin que nada cambie sustancialmente.
ResponderEliminarClaro que hay gestión, tenemos que vivir, tenemos que organizar cuestiones básicas para vivir. Pero la gestión puede estar subordinada a una idea política, a un principio igualitario, o la gestión es la gestión del estado (por más carácter socialista que tenga). La gestión del Estado es la gestión sin idea, la gestión del futuro promisorio, la administración del hambre. Parte de la misma concepción del enemigo: Los pobres son víctimas, no pueden decidir por sí mismos. Hay que ofrecerles una alternativa que ellos no conocen, que no pueden ni siquiera concebir. Hay que ponerlos al tanto de su misión en la historia para que, algún día, alcancemos el horizonte prometido.
Así la emancipación, la igualdad y la justicia son posibles resultados de una correcta administración de cuerpos sin idea, y no la consecuencia directa (y arriesgada) de un cambio de pensamiento, como algo que se enuncia y entra en rigor ya, ahora, de facto.
Cuando un pueblo entero se levanta y dice "mi hambre es asunto mío", ahí el discurso socialista se hermana con el discurso parlamentario: los dos quedan del lado de la reacción. La insurgencia siempre va más allá de la administracion de las necesidades perentorias. La gestión de las necesidades depende de la política, y no al revés.
El punto a discutir es en dónde estamos parados. De ahí que surge la pregunta ¿somos profesores o estudiantes? ¿De qué manera podemos ser estudiantes si creemos saber lo que los pueblos sublevados quieren sin saberlo?
En definitiva, ¿qué es la militancia? ¿El militante es un profesional de la emancipacion, un experto que conoce todos los resultados posibles de antemano y caracteriza los acontecimientos de acuerdo a esquemas preestablecidos, o el militante es un punto activo en la conformación de una subjetividad política?
Luego, en cuanto a lo universal, lo común a todos, habría que ver si no es una reversión de lo que Marx explicaba en Introducción a la Filosofía del Derecho de Hegel: Que la clase tiene que presentarse como representante de los intereses de toda la sociedad, así como en su momento la burguesía se había presentado como representante de toda la humanidad. A mi me suena bastante a decir lo mismo con diferentes palabras. Incluso peor a mi criterio porque parecería que habla de individuos y no de clases.
ResponderEliminarLuk@s
Se me solapó un comentario tuyo con mi respuesta al anterior. Ahora vuelvo con la cuestión de lo común.
ResponderEliminarLo común es todo lo contrario a lo individual. Defender lo común es salirse del reinado de la necesidad, del interés, de la competencia.
ResponderEliminarLa igualdad -aquí, ahora, como principio y no como objetivo de máxima- implica defender lo común, muchas veces en contra de los intereses, ya sea individuales, o incluso "de clase".
En la versión liberal, la igualdad es igualdad de oportunidades. Es una mierda porque no todos estamos en las mismas condiciones. Como si hubiera un mismo sistema de posibilidades para todos, onda el gran sueño americano. Es una manera de decir que lo único que importa es la competencia. Es una mirada animalizante.
Los intereses "de clase" son una extensión abstracta de la necesidad individual: todos quieren una porción más en el reparto de la torta. Desde el marxismo dogmático muchas veces se parte de una idea parecida de igualdad. Es como un liberalismo a la hobbes: Clases como hordas luchando por el dominio de los medios de supervivencia. Yo creo que si vamos a ser fieles a los principios defendidos por Marx y Lenin tenemos que cambiar un poco esta forma pensar la igualdad.
Un desnutrido analfabeto no sabe, ni está en condiciones de aprenderlo, por su condición, cómo funciona el mundo. Si todos pudiéramos decir lo que es en cualquier momento no sería necesaria la ciencia. La prueba que esto es así es que quienes quieren comprender esta tesis de Badiou tienen que sentar la colita en la silla y ponerse a estudiar, y si es posible con alguien que sepa más, porque sino es mucho más difícil.
ResponderEliminarEs la cuestión de la conciencia. Si no se comprende por qué el mundo funciona como lo hace y cómo hay que hacer para que deje de funcionar de esa manera, y cuáles son las tareas necesarias para lograrlo, y cuáles los peligros que acechan la empresa, si no se sabe todo eso no se llega a buen destino. Para eso es necesario un estado mayor pre-parado de antemano. ¿Cómo se pre-para? Pues aprendiendo de los que lo intentaron antes.
Lo demás es pura poesía pero al final una mentira. Es como el zapatismo, mucho "no tenemos respuestas, avanzamos preguntando" pero los tipos se organizaron como ejército y tomaron las armas. O sea que alguna certeza a nivel organizativo tenían. Estas certezas a nivel organizativo implican necesariamente certezas teóricas. ¿De dónde obtuvieron esas certezas? ¿Llegaron ellos sólos, desde una página en blanco o tuvo algo que ver esto con el hecho de que el Subcomandante Marcos fuera un ex guerrillero del Frente Sandinista de Liberación Nacional? ¿Por qué ejército y no asamblea?
Para que haya una igualdad real tienen que eliminarse aquellas condiciones que hacen esa igualdad imposible. Así, mientras la vida y la muerte de las personas esté en manos de la clase dominante la igualdad proclamada no pasará más allá de una postura heroica cuanto mucho. En los hechos el que proclame la igualdad seguirá tan oprimido como siempre. Las cosas no existen con sólo nombrarlas. El verbo del hombre no tiene ese poder. Los que manejan las palancas de la vida sí lo tienen. Si las víctimas no comprenden que tienen que hacerse de los medios de producción para tener el poder real de la sociedad nunca alcanzarán la igualdad. Y tengo todo el derecho del mundo para hablar por las víctimas porque yo también soy una víctima de este sistema perverso. Sólo Badiou puede decir que no puede hablar por las víctimas ¿Acaso él no es una de ellas? ¿El no sufre en alguna medida los resultados de la dominación de la burguesía?
Una vez que se entiende no es muy difícil. Nuestra vida depende de que nos alimentemos, de que nos vistamos, de que tengamos un techo, abrigo. Si no tenemos vida no pensamos, si estamos desnutridos y nuestro cerebro atrofiado no pensamos. Si no tenemos salud no vivimos bien. Los medios que hacen posible que existamos están en manos de una clase que los utiliza no para satisfacer necesidades sino su ánimo de lucro. Está en manos de una clase que nos victimiza a la grandes mayorías. Para dejar de sufrir esa victimización hay que, primero que nada, expropiarlos. Pero es complicado porque estos señores tienen todo un aparato de represión para impedirlo. Por eso hay que destruir ese aparato de represión y construir otro para nuestros intereses que acabe con toda intentona de restaurar lo destruido. Para esto es necesario prepararse de antemano y requiere mucho sacrificio.
Estos fideos que quiere inventar Badiou todavía no vieron la luz.
Luk@s
El interés de clase, o mejor dicho, el interés de la clase obrera es suprimirse a sí misma. Más universal que eso...
ResponderEliminarLuk@s
Pero es algo mucho mas fundamental que eso.
ResponderEliminar¿Un tipo con parálisis cerebral no puede enamorarse?
¿Un desnutrido analfabeto no puede hacer política?
¿Para hacer política es necesario un nivel determinado de calorías, un nivel mínimo de instrucción? ¿2000 calorías diarias y secundario completo?
¿Los oprimidos de todos los tiempos sólo se levantaron gracias al padrinazgo de alguien bien alimentado y con un nivel de instrucción superior?
Por supuesto que la gente rebajada a niveles de vida miserables necesita resolver los problemas apremiantes de la subsistencia para no sucumbir. Pero si hay un compromiso a una idea, la vida no se reduce a la vida biológica. La postura "estatal" se las arregla para hacer de la víctima alguien que no piensa. Que está determinado por su condición de víctima.
En todo caso la política no puede ser una norma ISO. No puede haber un condicionamiento previo de ningún tipo. Así la igualdad sólo es admisible para ciertas personas con ciertos parámetros de "calidad".
¿Qué tipo emancipación es posible si la política está subordinada a "cómo funciona el mundo"? Así la emancipación es una idea absurda, un imposible estructural, una utopía, un idealismo abstracto. Justamente, se trata de interrumpir el normal funcionamiento del mundo, de las leyes del capital, de la jerarquización del trabajo, de la subordinación de clase, de la opresión.
Ahí donde no hay certezas, hay decisiones.
ResponderEliminarEl levantamiento de los pueblos del magreb no surge de ninguna certeza de este tipo. No están planteadas las formas, no hay un objetivo de toma del poder, hay una afirmación del poder propio. Es mucho más fundamental. La clase dominante podría haber mandado al ejército y reprimir masivamente, pero esta afirmación del poder propio tiene mucho más potencial que el objetivo de tomar el poder, o el cambio de régimen de propiedad, o la reestructuración sobre bases productivas. Todo eso viene después, las formas dependerán de la subjetividad política que se afirma. Nadie dice que no hará falta violencia. Nadie dice que no hará falta una autoridad, una férrea disciplina. Nadie canta loas a la desorganización y al "espontaneísmo". Todo lo contrario. Es el acontecimiento. La fidelidad, la organización viene después.
Fijate que esto voltea gobiernos. Hay que ver qué pasa después, pero el estudio de las posibilidades jamás podrá voltear ningún gobierno. Se podrán estudiar hasta la locura todas las posibilidades que brinda el normal funcionamiento del mundo, pero lo único que voltea gobiernos es una decisión, sobre bases inciertas, sin garantías, de acuerdo a principios que por más precarios y transitorios que sean, son portadores de ideas eternas, verdades.
Una cosa es plantear que los intereses de clase están puestos en el dominio de los medios de producción y los aparatos represivos, y otra muy pero muy distinta es plantear que "los intereses" son los de suprimir la dominación. Como decís: Se trata de ser más universales que las leyes del capital. La clase que intenta suprimirse a sí misma.
Pero esto no puede partir de un programa. El mundo visto así es una máquina, y hay que aprenderse el manual de instrucciones para hacer que la máquina siga funcionando de acuerdo a nuevos requerimientos de usuario. No admite subjetividad alguna.
Insisto: El programa viene después. El programa está determinado por la política emancipativa, y no al revés.
ResponderEliminarNuestra vida depende de que estemos abrigados, alimentados, etc. Pero el techo y la comida no determina lo que somos. La dignidad no depende de qué tan bien alimentados estemos. Hace falta sacrificio, exactamente, pero no para comer mejor, sino para afirmar que somos algo más que animales. Entre animales no hay igualdad.
Por otro lado, la política no puede quedar suturada a la ciencia. Son campos distintos. Creo que hay que separar ciencia de política.
El academicismo sociológico puede ser muy serio, científico si se quiere.
Puede describir con argumentos sólidos el estado de situación. Puede encontrarle un sentido a la historia, separarla en etapas, relatos interconectados, etc. Puede hacer "experimentos" hacia atrás, con datos certeros, tomados de la realidad. Construir el modelo y la teoría y contrastarlos frente a los sucesos contemporáneos, etc.
Pero la emancipación humana no puede derivar de ahí. La emancipación humana es una invención. Algo que no estaba, que no es el resultado de un saber. No es una deducción a partir de ciertos datos empíricos. Es la afirmación de nuevos axiomas, nuevas ideas de cómo queremos vivir, principios de los cuales partimos. Tiene la forma de una decisión, y no la de una deducción del orden actual de las cosas. Eso no quiere decir que la emancipación humana deba ignorar el tractatus filosófico y el trabajo sociológico. Es crucial para saber dónde estamos parados y por qué. Ahora, la decisión de salir del estado de situación es subjetiva.
Por eso la política no puede ser una ciencia aplicada. No puede ser una mera descripción de lo que somos, de coḿo funciona el mundo. Ni mucho menos la prescripción de un remedio para alcanzar una normalidad concebida en laboratorios o universidades (tomando en cuenta criterios preestablecidos de lo normal y lo patológico).
Hacer política es indagar en las posibilidades que el mismo sujeto descubra o invente.
Sabemos que el mundo no es justo, ni equilibrado. Si el mundo fuera justo, no existiría la justicia. Con esto quiero decir que el equilibrio o la falta de equilibrio sólo puede concebirse desde un sujeto.
Si todo fuera equilibrio, justicia, belleza, pureza... no habría forma para que el sujeto se pare por encima de todo y pueda identificar qué es justo y que no, ni siquiera podría concebir la justicia.
Entonces equilibrio, justicia, belleza... son nociones que dan cuenta de un movimiento y pretenden establecer un criterio ético que discrimine faltas y excesos.
Hay 3 alternativas: una: elegir el mal menor entre varias ofertas (aceptando que el mundo funciona como funciona), dos: rechazarlas todas de plano (y recluirse en un mundo imaginario), y tres: tomar distancia y hacer algo nuevo.
La división entre explotadores y explotados es una consecuencia del capitalismo y su forma política dominante: la democracia. Pero la postura de acomodar toda manifestación política a esta confrontación (ricos vs. pobres) es volver a la opción 1 (el mal menor). El imperio de las necesidades vitales.
Claro que esto es un problema inconmensurable. Porque como aprendimos del mayo francés, hay que lidiar con lo imposible. Por supuesto: Las condiciones no son las de la igualdad, pero en lugar de prometer un futuro igualitario, hay que crear el futuro hoy. A los empujones, a la fuerza, como sea. Pero la movida es esa, o transar con el estado de la situación. La transa nos lleva, tarde o temprano, de vuelta a donde empezamos.
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ResponderEliminarSolicito mi liderazgo universal del comunismo porque soy el lider universal de la milicia, soy el superintendente de la organizacion de las naciones unidas, tengo el sacerdocio nazi, soy un soldado universal y soy un supersoldado.
Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
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1999-01058-0101 Guatemala,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.
ESTIMADOS AMIGOS:
ResponderEliminarSolicito la fusion del comunismo con el capitalismo y con el socialismo porque soy el lider universal del comunismo y porque tambien alcanzamos la absolucion demografica mundial por mi intercesion politica gubernamental con la organizacion de las naciones unidas y con la organizacion de los estados americanos por el cohibido social y el delincuente como tambien por el pópulo mundial.
Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Documento de identificacion personal:
1999-01058-0101 Guatemala,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.
ESTIMADOS AMIGOS (LAHIPOTESISCOMUNISTA.BLOGSPOT.COM):
ResponderEliminarSolicito una remesa de una serie de autobuses urbanos soviéticos para mi pais Guatemala porque esta obsoleto el transporte urbano. La razon, serviría para fusionar mundialmente al transporte comercial y al transporte público y tambien privado. Comuniquense con los transportistas de mi pais Guatemala en el sitio ANALISISAFONDO.BLOGSPOT.COM.
Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Documento de identificacion personal:
1999-01058-0101 Guatemala,
Lider universal del comunismo.
ESTIMADOS AMIGOS (LAHIPOTESISCOMUNISTA.BLOGSPOT.COM):
ResponderEliminarSolicito una remesa de una serie de autobuses urbanos soviéticos para mi pais Guatemala porque esta obsoleto el transporte urbano. La razon, serviría para fusionar mundialmente al transporte comercial y al transporte público y tambien privado. Comuniquense con los transportistas de mi pais Guatemala en el sitio verosímil ABALDIZON.BLOGSPOT.COM.
Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Documento de identificacion personal:
1999-01058-0101 Guatemala,
Lider universal del comunismo.
ESTIMADOS AMIGOS:
ResponderEliminarSolicito una serie de helicópteros comunistas y radiopatrullas capitalistas para solventar a la policia nacional civil de Guatemala en el custodio preventivo como tambien solicito una serie de aviones jet policiales socialistas para tal entidad. La razon es de que patenticé al sistema comunista capitalista socialista a nivel mundial con la organizacion de las naciones unidas y con el clan aborigen universal (clan aborigen mundial) y con el sitio de FACEBOOK como tambien particularmente para mi cuenta personal como el Lider universal del comunismo en calidad de provision acreditada al capital.
Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Documento de identificacion personal:
1999-01058-0101 Guatemala,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.