Acerca de Lorea

.::LOREA ES UN SEMILLERO DE REDES SOCIALES SOBRE UN CAMPO DE EXPERIMENTACIÓN FEDERADO:
Lorea pertenece a un proyecto de creación de sistemas sociales cibernéticos seguros en el que las redes humanas se ven representadas de manera simultánea en un mundo virtual compartido.
Su objetivo es crear una organización nodal distribuída y federada de sociedades sin territorio geofísico, entrelazándo sus múltiples relaciones a través de códigos y lenguajes binarios.
...Lorea es una palabra de origen Vasco que significa flor...
Nuestras flores seguro que se pueden plantar de muy diversas formas. Por ejemplo, como una serie federada.
Acerca de Lorea:https://lorea.org/index.html.es


Hay cosas que me gustan de este manifiesto, pero al mismo tiempo hay algo que me incomoda.

Hace un tiempo mostraban en la tele una aplicación para facebook que construye un "museo del yo", o algo así. Pensaba: toda la red tiene algo de gran museo del yo. Es una manera de deshacerse del pasado. Quiero decir, uno entra a un museo a ver cosas que ya están muertas, debidamente catalogadas, extintas.

Imagino una situación paradigmática: dos viejos amigos que venían encontrandose esporádicamente finalmente crearon sus cuentas de facebook y aceptaron recíprocamente sus solicitudes de amistad. El vínculo, antes genuino pero ocasional, ahora se vuelve virtual y cotidiano. Pero esa cotidianidad (te etiqueto en una foto, te mando un tweet, te doy un toque) es una excusa para no verse más.

Vernos, encontrarnos, armar un lugar común, sigue siendo peligroso. O mejor, es cada vez más peligroso.

Por más radicalmente democráticas que fueran las redes sociales, si por las redes sociales fuera no haría falta encontrarnos. Estos kiosquitos del yo, por sí mismos, son una forma de mantenernos adentro. No aboluta y categóricamente, claro: los martillos sirven para martillar, uno decide qué es lo que martilla, pero... así como el martillo del Estado sirve para martillar cabezas, y no para otra cosa (nunca nadie pudo usarlo para otra cosa que no fuera martillar cabezas), el martillo de las redes y conexiones (sustituibles y transitorias) está siempre a mano para clavar clavitos en la puerta de entrada y amurallarnos del afuera incierto.

Pienso en todo ese autobombo mediático acerca de la influencia de las redes sociales (google, twitter, etc) en las revueltas árabes. Se pretendía instalar la idea de que la tecnología no sólo facilitaba, sino que directamente provocaba las movilizaciones. En la movida del 15M hay algo parecido, se intenta reducirla a un encuentro de floggers.

Es que hay, siempre puede haber, algo de eso. Por ejemplo las manifestaciones pro-tibet (o anti-china). De repente una matriz religiosa y mística se convierte en la víctima de un gobierno totalitario. Y hay que defender al budismo de la amenaza autoritaria, en nombre de la democracia laica. Al no tener elementos para combatir ese autoritarismo made in china (porque se parte de un autoritarismo occidental) defendemos al pobrecito buda. Hay una ley no escrita que dice "sabemos que no somos iguales, pero hagamos como si lo fuéramos". Es como si nos obligaran a vivir como si fueramos iguales.

Por eso, digo, tanto cuidar las flores para que crezcan podría hacer que descuidemos otros lugares. Ahí donde nadie ve crecen los hongos, formando clústers.

Lo que entiendo como paradigma 2.0 es básicamente una dinamización de la red, lo que hace más transparente la dispersión de los nodos. Por otro lado es una evolución casi inevitable de las tecnologías. Antes una página era una página, ahora navegamos por arenas movedizas que más que desplazarnos, nos chupan. Pasamos de intercambiar contenidos, fines, a intercambiar medios, intercambios. Como si sólo se tratara de intercambiar, por el sólo hecho de estar ahí, conectados a ese mundo virtual.

El manifiesto de Lorea insiste sobre lo federado: es decir, aquello que surge de alianza entre varios, una especie de pacto social (al cual asistimos todos en igualdad de condiciones) que nos saca de un estado de naturaleza y nos inscribe como miembros de una civilización virtual. Pero mientras afirmamos nuestra soberanía online se siguen explotando africanos en la comercializacioń del cobalto para construir laptops y celulares. Que la red refleje una democracia no implica que esa democracia exista realmente. La red es un protocolo, una herramienta, un medio. Lo importante no son los medios, ni tampoco los fines. Lo importante son los principios.

Me parece que el margen para actuar, desde el punto de vista de lo común, no depende tanto de cómo funciona internet, sino de cómo se privatizan los saberes comunes. Creo que la pelea está ahí, en desarmar el esquema de privatización, de expropiación de los medios y los lenguajes que inventamos entre todos. Es decir, dejar de pagar la renta que pagamos por nuestras propias ideas e invenciones.



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