Entrevista a Alain Badiou: terrorismo y capitalismo global



Traduccion: Martin Lopez

Fuente: Uisio Philosophy

Articulo original en Francés: Libération


13 de Enero, 2016

El prominente filosofo francés Alain Badiou recuerda en su nuevo libro sobre los ataques terroristas del 13 de Noviembre pasado en Paris la imperiosa necesidad de ofrecer una alternativa ideológica a la juventud mundial, profundamente frustrada por un capitalismo que no honra sus promesas. Badiou trata de echar luz sobre el enigmático impulso de muerte que lleva a los jihadistas a matar personas indiscriminadamente. Es muy común asociar este tipo de radicalización, que se construye sobre causas sociales y religiosas, con la producción de una violencia sin precedentes. Badiou, sin embargo, ve estos ataques a través de unos lentes diferentes; para él, son las carnicerías sintomáticas de nuestra era en la que no hay límites para el capitalismo global. El nuevo libro de Badiou, "Notre mal vient de plus loin: penser la tuerie du 13 Novembre", publicado el 11 de Enero por Fayard, es un innovador análisis del terrorismo en el contexto del capitalismo global y la falta de alternativas.

Uisio tradujo la reciente entrevista de Badiou con el diario Libération.

¿Que diferencia encontrás entre los ataques de Enero y los de Noviembre?

Badiou: En ambos casos estamos ante el mismo contexto histórico y geopolítico; los mismos asesinos, la misma determinación homicida y suicida; y por parte del Estado, la misma respuesta; policía y nacionalismo revanchista. Sin embargo, hay significativas diferencias en ambos lados, el de los asesinos en masa y el de la respuesta estatal. En primer lugar, en Enero, los asesinatos eran dirigidos; las victimas elegidas eran los blasfemos de Charlie Hebdo, los judíos y los oficiales de policía. El carácter ideológico, religioso y antisemita de esta matanza era obvia. Por otro lado, la respuesta, que cobro la forma de un vasto despliegue de masas, quería simbolizar la unidad de la nación detrás de su gobierno y sus aliados internacionales a través de la consigna, "Todos somos Charlie". Se afirma sobre un punto específico: La libertad secular, el derecho a blasfemar.

En Noviembre la matanza es indistinta, de una evidente naturaleza nihilista. Y la respuesta no conlleva un despliegue popular, su lema es patriotero y brutal: "Guerra contra los barbaros". La ideología se reduce a su mínima expresión, a una porción abstracta, tal como "nuestros valores". Lo real es el endurecimiento extremo de la movilización policial, con un arsenal de leyes y decretos draconianos, totalmente inútiles, que no apuntan más que a declarar un eterno estado de emergencia. De ahí que es aún más urgente y necesaria una intervención racional y exhaustiva. Tenemos que convencer al público de que no debe ceder ante la ferocidad de los asesinos ni ante el estado policial.


Interpretas al 13 de Noviembre como un "mal" cuya causa es el fracaso histórico del comunismo. ¿Por qué? Parece una lectura nostálgica y desactualizada

Trate de dar un protocolo de explicación tan claro como sea posible, partiendo de las estructuras de nuestro mundo: el debilitamiento de los estados ante la oligarquía privada, el deseo de Occidente y la expansión del capitalismo global, contra el cual hoy no se propone ninguna alternativa. No tengo ninguna añoranza nostálgica. Nunca fue comunista en el sentido electoral de la palabra. Llamo "comunismo" a la posibilidad de proponer a la juventud global cualquier cosa que no sea la falsa elección entre la inclusión resignada en los dispositivos de consumo existentes o la ruptura nihilista. No es, por mi parte, terquedad o tradición. Solo afirmo que si no hay un marco político, incluyendo un dispositivo político para que los jóvenes piensen que cualquier otra cosa es posible menos el estado actual del mundo, vamos a seguir teniendo síntomas patológicos como el del 13 de Noviembre.


Atribuirle la responsabilidad al apriete tentacular del capitalismo global, ¿no ignorás la responsabilidad del pensamiento, de intelectuales que quieren promover específicamente un modelo diferente?


A partir de los 80, un cierto número de intelectuales que se retiraron frustrados y amargados por la falta de éxito inmediato del izquierdismo de los 60 y los 70, se han alineado con el orden establecido. Para instalarse en el mundo se han convertido en los campeones de la serenidad occidental. Evidentemente su responsabilidad es palpable. Pero también tenemos que considerar la demora por parte de la crítica radical de la expansión capitalista y las propuestas alternativas para renovar y fortalecer la hipótesis comunista. Esta debilidad proviene de la magnitud del desastre. Ha habido un colapso, no solo de los Estados socialistas, que han sido largamente criticados, pero también de la dominación de ideas progresistas y revolucionarias entre la intelligentsia, particularmente en la Francia de posguerra. Este colapso puso de manifiesto una profunda crisis, que requiere de una renovación conceptual e ideológica, y especialmente filosófica. Estoy comprometido en esta tarea, junto con otros. Pero todavía estamos muy lejos. Lenin dijo que los intelectuales son la placa sensible de la historia. La historia de principios de los 70 y mediados de los 80 nos impuso un reverso ideológico de extrema violencia, un triunfo casi sin precedentes de ideas reaccionarias de todo tipo.



En el mundo que describís, hay un debilitamiento de los Estados. ¿Por qué ellos no enfrentan a los actores del capitalismo global?

Vemos que los Estados, que Marx describía como los apoderados del capital, están en una escala que ni el propio Marx esperaba. La imbricación de los Estados dentro del sistema hegemónico del capitalismo global es extremadamente poderoso. La misma política continua por décadas, más allá del partido dominante, más allá de los anuncios tales como "mi oponente son las Finanzas". Y creo que es un error acusar a individuos particulares. Es mucho más racional pensar que hay una cadena sistémica extremadamente fuerte, un sorprendente grado de determinación de la función estatal por parte de la oligarquía capitalista. El reciente caso griego es un llamativo ejemplo. Ahí teníamos un país en el que había movimientos de masas, renovación política, todo lo que generó una nueva organización de izquierda. Y aun así, cuando Syriza llegó al poder, no constituyo ninguna fuerza capaz de resistir los imperativos financieros, las demandas de los acreedores.


¿Cómo explicar esta discrepancia entre la voluntad de cambio y su no-posibilidad?

Hubo una victoria objetiva de las fuerzas hegemónicas del capitalismo, pero también una gran victoria subjetiva de la reacción en todas sus formas, que elimino prácticamente la idea de que otra organización económica y social del mundo es posible. Son muchos los que quieren "cambiar", pero no estoy seguro de que se convenzan a sí mismos de que otra cosa es posible en el orden del pensamiento y la acción real. Todavía tenemos que resucitar esa posibilidad.


Habermas habla de la economía como la teología de nuestros tiempos. Uno tiene la impresión de que esta maquinaria sistémica es teológica. Pero ¿cómo explicás lo que paso en Francia?

Quisiera recordar que Francia no tiene el monopolio de los ataques. Este fenómeno tiene que ver con el contexto general en que la gente vive hoy, ya que ocurre en diferentes condiciones. Yo estaba en Los Angeles, cuando, en California, justo después de los acontecimientos en Francia, hubo un terrible asesinato masivo. Dicho esto, más allá de los análisis objetivos, hay que entrar en la subjetividad de los asesinos tanto como se pueda. Es evidente que hay en estos jóvenes asesinos los efectos de un deseo de Occidente oprimido o imposible. Esta pasión fundamental, que se encuentra en todos lados, es la clave: dado que otro mundo no es posible, entonces ¿por qué no tenemos lugar en este mundo? Si representamos cualquier otro mundo como imposible, es intolerable no tener un lugar en este, un lugar según el criterio de este mundo: dinero, confort, consumo... Esta frustración abre el espacio al instinto de muerte: el lugar que deseamos es el que también vamos a odiar ya que no es posible tenerlo.


Más allá del "deseo de Occidente", Francia parece marcada por su pasado colonial

Hay de hecho un inconsciente colonial que no ha sido eliminado del todo. La conexión con el mundo árabe ha sido estructurada por una larga secuencia de administración directa y extendida a través del Magreb. Dado que este inconsciente no es reconocido, genera ambigüedades hasta el día de hoy, incluso en la opinión de la así llamada "izquierda". No tenemos que olvidar que, en 1956, fue un gobierno socialista el que relanzo la guerra en Algeria, y fue un primer ministro socialista quien, a mediados de los 80, dijo respecto de la población que venía de África: "Le Pen hace las preguntas correctas". Hay una historia de corrupción en la izquierda respecto del colonialismo, que es tan importante como ocultada. Además, entre los 50 y los 80 el capital tiene una imperiosa necesidad de masas proletarizadas de la África ex colonial. Pero con la rápida industrialización de fines de los 70, el mismo Capital no hizo nada por los esos viejos trabajadores, o por sus hijos y nietos, mientras que, al mismo tiempo, lideraba ruidosas campañas en contra de su existencia en el país. Todo esto es desastroso, y también ha producido esta especificidad francesa: el intelectual islamófobo.


En tu análisis, evitas la cuestión de la religión y del Islam en particular...

Es una cuestión de método. Si consideras que la religión es el punto de partida para el análisis, no podes superarla, te quedas atrapado en el esquema vacío y reaccionario de la "guerra de civilizaciones". Propongo categorías políticas neutras, de alcance universal, que pueden aplicarse a diferentes situaciones. La facistizacion potencial de parte de la juventud, que se entrega a la gloria absurda del asesinato por "motivos ideológicos" y al nihilismo suicida, esta coloreada y formalizada hasta cierto punto en el Islam, no lo niego. Pero la religión como tal no produce estos comportamientos. Aun si no son numerosos, nunca son excepciones muy raras, particularmente en el islamismo francés, que es masivamente conservador. Debemos abordar la cuestión de la religión, del Islam, solo cuando comprendamos que las condiciones de esta islamización extrema fueron constituidas en la subjetividad de los asesinos. Por esto es que propongo decir que es la facistizacion la que islamiza, y no el islamismo el que facistiza. Y en contra de la facistizacion, una nueva propuesta comunista es la que puede reunir a la juventud popular, cualquiera sea su procedencia.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Acontecimiento y subjetivación política - Alain Badiou

Judicialización, fase superior del imperialismo

NO ODIAR A LOS JUDÍOS